Dios siempre cumple sus promesas, y Dios prometió bendecirnos con un descendiente de Abraham
Esta historia se encuentra en Génesis 22:1-16
Noé tuvo tres hijos, Sem, Cam y Jafet. Todos ellos tuvieron hijos y sus hijos tuvieron más hijos. Un descendiente de Sem se llamaba Abram. Él no tuvo hijos y se hizo viejo al lado de su esposa Saraí. Pero cierta vez Dios lo llamó y le prometió que tendría un hijo con Saraí. Dios les cambió sus nombres, ahora se llamarían Abraham y Sara. Les prometió que tendrían tantos descendientes que f ormarían una nación. También les hizo una promesa especial: de ellos vendría un descendiente que sería de bendición para todas las familias de la tierra.
Dios sólo esperaba que ellos confiaran, que tuvieran fe en sus promesas. Así que cuando Abraham tenía 100 años y Sara 99, tuvieron un hijo y le llamaron Isaac.
Isaac creció siendo el tesoro más querido de Abraham. Pero un día Dios decidió poner a prueba la fe de Abraham. Le ordenó que le ofreciera en sacrificio quemado a su amado hijo Isaac, sobre un altar.
Abraham no hizo preguntas, ni dudó de la bondad de Dios, sino que hizo los preparativos. Juntó la leña y partió hacia el monte donde debería hacer el sacrificio. Llevaba consigo a su único y amado hijo Isaac, y a dos criados que le ayudaban.
Cuando estuvieron cerca, Abraham hizo que sus criados esperaran. Tomó la leña y un cuchillo y subió con Isaac a la cima del monte.
Isaac sabía que su padre iba a ofrecer un sacrificio a Dios, por eso le preguntó en el camino: -¿Dónde está el cordero que matarás en el holocausto?-. Abraham solamente respondió: -Dios proveerá.- No le explicó nada más. Abraham creía completamente en las promesas de Dios y Dios le había dicho que con su hijo Isaac tendría miles de descendientes.
Cuando llegaron al lugar correcto, Abraham hizo un altar con piedras, tomó la leña y la puso en su lugar, y después ató a Isaac y lo puso sobre la leña. Ambos estaban sorprendidos y emocionados, pero no dijeron palabra alguna. Abraham alzó el cuchillo y, decidido, tomó fuerza para dar solamente un golpe para no hacer sufrir a su amado hijo.
En ese momento la voz del Ángel de Dios le detuvo: -¡Abraham, no extiendas tu mano sobre el muchacho, porque ya sé que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste a tu único hijo!-.
Al voltear Abraham vió que allí estaba un carnero, atorados los cuernos en un zarsal. Dios había provisto un sustituto para Isaac. Dios había visto la fe y obediencia de Abraham quien estuvo dispuesto a matar a su amado hijo Isaac. Dios se complació en su fe. Así que Dios le volvió a repetir la promesa a Abraham: él tendría tantos descendientes que formarían una nación y uno de ellos sería de bendición para todas las naciones.
Abraham confirmó ese día que Dios siempre cumple sus promesas. Dios prometió algo muy importante para nosotros: de Abraham vendría un Salvador de todos los que mostraran fe, como la fe que Abraham mostró.
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esta bien chulo ese dibujo me endcantooooooooooo